14 de noviembre de 2008

Mirar.

Echó un vistazo a su alrededor y fue cociente de que la mayoría de las cosas a su alrededor le eran completamente desconocidas. Permaneció varios minutos de pie, observando con detenimiento en completo silencio. Entonces atisbó un brillo de reconocimiento sobre lo que la envolvía. Un brillo fugaz y desvaído, pero un brillo al fin y al cabo.

-Es posible- pensó en vos baja- que le mundo siga igual que siempre. Sólo que mi forma de verlo esté cambiando y lo haya deformado hasta verlo irreconocible.

A menudo somos nosotros los que perdemos la óptica, no el mundo el que se desdibuja.



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