6 de julio de 2009

Dueños del destino.

Ella soñaba en su habitación.
Él suspiraba por cruzársela en el portal y poder decirle todo aquello que le hacía sentir, aunque por experiencia sabía que quedaría en un distante y seco “hola”.

Ella esperaba junto a su ventana a la hora señalada para verlo salir y empañar el cristal con cada uno de sus suspiros.
Él iba a los lugares donde sabía que la encontraría simplemente para verla.

Ella siempre quiso besarlo.
Él también.
Ninguno se atrevió.


Ella creció y se fue a la ciudad a formar su futuro.
Él la vio marchar sin saber reaccionar.

Hoy ella piensa en él sentada en su despacho.
Él se pregunta por qué sigue pensando en ella y por qué no aprovechó la oportunidad.

Los dos querrían saber qué será del otro,
dónde estará, qué le habrá deparado el destino.
Los dos, sin saberlo, están en la misma ciudad, en el mismo edificio.
El destino les da una nueva oportunidad.

Cuando por fin se encuentran en el ascensor,
ella sonríe y él le contesta con un distante y seco “hola”.
Ella camina por la acera.
Él se dirige a la moto.

Ella se dice que está igual que la última vez que le vio.
Él espera que llegue la mañana para poder decirle todo aquello que le hace sentir, aunque por experiencia sabe que quedará en un distante y seco “hola”.




El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos.







1 comentario:

Xaj dijo...

Y lo peor, del destino perrito, es que se guarda las cartas mas lujosas, los comodines y los ases.

Como seguimos tropezando con eso de no decir lo que debìamos escupir hace rato.

Saluditos, lindo blog.

Ellos son